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Ancla 1

EILE en mi vida

Las palabras me parecen insuficientes para comenzar a explicar lo que EILE significó para mí, simplemente marcó un antes y un después en mi carrera.


Entré al programa estando en quinto semestre de la carrera en Psicología, sin una idea clara de lo que iba a encontrar. Eran mis primeras prácticas y estaba insegura sobre mis competencias profesionales. Podría decirse que estaba emocionada y asustada. Quería aprender, pero tampoco quería equivocarme, y por supuesto, quería lo mejor para los niños.


Esperaba que nuestra intervención fuera significativa de alguna manera, aun cuando no sabía cómo hacerlo. Claro que en la universidad te enseñan teorías y metodologías sobre enseñanza, procesos de aprendizaje, apropiación de la lectura y escritura y evaluación educativa. Sin embargo, uno no lo ve tan claro hasta que está en el escenario y los casos hipotéticos se vuelven casos reales.


Todo se vuelve tan complejo. Sobre todo, si consideramos que en la carrera no te preparan para un sistema educativo en el cual los niños llegan a primero de primaria sin haber tenido ningún acercamiento a la lectura y mucho menos a la escritura, otros niños van arrastrando un rezago educativo toda la primaria, y por otro lado, el material que reciben las maestras no es suficiente para todos. Al fin y al cabo, somos un país que no está acostumbrado a la lectura diaria o a las bibliotecas circulantes y no invertimos en un entorno que promueva este tipo de hábitos.


No estaba preparada y no lo hubiera logrado yo sola. No obstante, mi maestra y mis compañeras me ayudaron. Todos nos apoyamos, pues parte de la labor que se hacía en EILE era preparar profesionales. ¿Cómo? Desarrollando las competencias necesarias para hacer un diagnóstico de nuestros niños, detectar necesidades y a partir de ello diseñar un plan de clase en el que acompañáramos y guiáramos en el proceso de adquisición de la lectura y escritura.



Estábamos ahí para apoyarlos dándoles diversas estrategias y herramientas para la solución de problemas, promoviendo de esta manera más independencia en su proceso de aprendizaje, alimentando su motivación y placer por los libros.

Para ello, era necesario salirse de lo tradicional y usábamos actividades diferentes, muy didácticas, pero sobre todo lúdicas. Modelamos la lectura y la escritura con estrategias como la lectura en voz alta y la escritura compartida con el objetivo de ir ofreciendo apoyos constantes a los niños que más los necesitaban e impulsando a los niños más avanzados.


Lo más gratificante del uso de las estrategias EILE era que se buscaba escuchar a los niños todo el tiempo, enfatizando la participación activa, puesto que todos aprendíamos de todos. Asimismo, esto ayudaba a motivar a los niños y fortalecer su confianza de que ellos también eran escritores y lectores expertos. A los niños y a nosotras nos encantaba ese momento del día.


“Los libros son mágicos”, la Mtra. Carime Hagg nos solía decir. Y estas palabras no pudieron ser más ciertas. Los libros fueron nuestra herramienta más importante para hacer del leer y el escribir actividades con sentido y significativas. Les transmitía a los niños lo importantes que eran contextualizando las actividades.


Por otro lado, los libros contenían el mensaje del autor y tratábamos de que los niños lo escucharan con atención. Para EILE, la lectura y la escritura eran primordiales, pero no dejábamos de lado las enseñanzas que los libros nos ayudaban a transmitir sobre la práctica de los valores universales, el cuidado del medio ambiente, la convivencia con los compañeros o el manejo de nuestras emociones. Los libros era nuestra vía para hablar con los niños sobre una infinidad de temas y a veces hasta vincular los contenidos de lo que veían en clase de otras materias.


El aprendizaje fue mutuo porque, así como nosotras aportamos algo a los niños, ellos nos enseñaron muchísimas cosas a diario. EILE no sólo se trató de la enseñanza inicial de la lectura y la escritura, también del entrenamiento de profesionales de la educación.

Así que, si tengo que resumir, EILE para mí fue un año y medio de aprendizajes, creatividad, asombro, satisfacción, entrega y diversión.

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